Puede que este texto haya quedado desactualizado en cuanto a que Callejeros no va a tocar en Tucumán. Era para ser publicado ayer. Pero va igual.
Para ser una bandita marginal, la verdad es que llevan mucha gente, ¿no? Pobres, cuánta gente inocente...
Estoy harto de lo políticamente correcto, ya sería hora de llamar a las cosas por su nombre sin miedo a ser tildado de reaccionario. Tomando como guía algunos comentarios publicados en Internet por fanas de Callejeros se puede apreciar el bajísimo nivel cultural de estas personas. No sólo porque son incapaces de escribir sin faltas de ortografía y con una redacción fluida y comprensible sino porque sus opiniones denotan una pasmosa estupidez. El descuido por las formas del lenguaje no es solamente una anticuada manera de escandalizarse al estilo de las cartas de lectores de La Nación (así y todo el único diario legible del país), sino que denota una seria limitación de las capacidades intelectuales de las personas. No es posible pensar a un nivel de cierta complejidad sin dominar correctamente la lengua. Hasta que las futuras generaciones o la neurolingüística demuestren que existe una manera diferente de razonamiento, por ahora los seres humanos pensamos con palabras.
Ay, el falso mito del aguante... Ya me referí lateralmente al tema en esa entrada anterior tan extensa. Para creerse algo así hay que ser como mínimo ingenuo y como máximo un cínico, ya sea que se trate de un fan o de un músico cultor del rock barrial. Pero tanto la ignorancia o la mala fe pueden resultar igualmente devastadoras, como lo demostró el mismo Cromañón. No importa cuánta gente haya muerto, según esta gente toda la culpa es de Ibarra y de Chabán, nunca una autocrítica, jamás una reflexión más cuidada, únicamente vociferar que nosotros y nuestra banda preferida somos los eternos inocentes. Llegan a decir incluso que Callejeros es una banda chica, sin recursos. ¡Por favor, si están llenos de oro y pueden agotar las entradas de casi cualquier lado! Me parece bien que hagan guita con su música, pero dejen de hacerse los marginales, que somos pocos y nos conocemos de sobra. Banda chica es la mía, que llevamos 50 personas y desde ese puto 30 de diciembre no encontramos un lugar decente para tocar, porque el gobierno de la ciudad ahora se pasa de rosca con las clausuras. Todo se hace así, tarde y mal.
De paso y como comentario al margen, ahora que cualquiera se cree habilitado para hacer justicia por mano propia, ya podemos ver cómo después de las amenazas de muerte a los legisladores ahora llegan las amenazas a los de la banda y sus familiares. Ser víctima real o presunta en este país parece ser una habilitación implícita para hacer cualquier cosa: cortar puentes, quemar casas, saquear comisarías y municipalidades, amenazar de muerte. Y claro, si no saltaron antes para decir que eso era una barbaridad, ahora que la idea y el método están instalados, ¿cómo se hace para parar la bola de nieve?
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