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viernes, 7 de julio de 2006

Reformismo

Coincido con la obsesiva cobertura del mundial a cargo de Quintín en la mayoría de sus comentarios publicados en el site Los Trabajos Prácticos (www.bonk.com.ar/tp/), pero de ningún modo en su obstinada defensa de Riquelme. Otros lectores del sitio le han contestado muy convincentemente. Por mi parte, rescato la cobertura del mundial que ha hecho el diario La Nación, con notas interesantes, bien escritas y con ideas, no polémicas vacías. Incluso diría que la mayoría de quienes hicieron el blog del mundial (Martin, Varsky, Iucht) en general han defendido a Riquelme. Y Arcucci, más allá de lo que opine Quintín acerca de sus intenciones y escritura, tiene todo el derecho del mundo a atacarlo, en los términos que prefiera.

Comparto la preocupación por el bajo nivel futbolístico del mundial, algo que en verdad no es una novedad de Alemania 2006. Sí lo es el hecho de que los árbitros hayan sido instruidos en esta ocasión para cobrar "mancha" todo el tiempo, lo que redundó no sólo en sistemas más defensivos sino en partidos más entrecortados. Felicito a réferi de Alemania-Italia por dejar jugar más, permitiendo algunos contactos o brusquedades sin mala intención, haciendo las acciones mucho más fluidas y emocionantes. No tiene sentido pasar de la anarquía del fútbol local -en donde prácticamente todo está permitido en un campo de juego, incluso las acciones más desleales y las protestas y simulaciones más desvergonzadas- a la jacobina aplicación del reglamento en el mundial. Entiendo que el espíritu de las modificaciones fue hacer el juego más limpio y proteger a los habilidosos y a quienes se dedican a atacar, pero la puesta en práctica de ese espíritu no fue para nada acertada.

Para que el espectáculo futbolístico del mundial mejorase, no habría que introducir variantes reglamentarias demasiado radicales. Bastaría con volver al sistema aplicado durante los mundiales de 1974, 1978 y 1982, es decir, de dos ruedas de todos contra todos para determinar a los semifinalistas, quienes recién en esa instancia se eliminarían de manera directa. De este modo se evitarían las especulaciones, los agotadores alargues, las estúpidas definiciones por penales y todo aquello que desvirtúa el espíritu del torneo. Más allá incluso del dudoso 6 a 0 a Perú en 1978, o de la variante de 1982 que resultó algo cruel, con triangulares como el de Argentina, Brasil e Italia. Pero en aquel mundial había que ir para adelante, y cómo. ¿Se animaría la FIFA a aplicarlo? Tendrían que encontrarle la vuelta económica, y quizás así sí. Pero claro, habría que reducir quizás la cantidad de países participantes para que el torneo no se extienda demasiado (con dos rondas de cuatro equipos, semifinal y final, los finalistas jugarían ocho partidos), y ciertos funcionarios de la FIFA (como don Julio) necesitan del voto de las asociaciones de los países chicos para sobrevivir. Veremos.

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