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miércoles, 30 de agosto de 2006

Hasta el subsidio siempre


Hace ya bastante tiempo que me harté para siempre del obsoleto pensamiento de izquierda del intelectual mediocre argentino promedio. Por eso, en los ratos muertos del laburo, me dedico a molestar en el blog de un bobo que se cree importante porque es docente de la U.B.A., y se cree un héroe por considerarse a sí mismo un “luchador social”. Pertenece o apoya a un grupo de pelotudos, los "Libres del Sur". Y claro, no tiene ningún empacho en apoyar a K, con la esperanza quizás de obtener algún subsidio para su revistucha (este gobierno tiene subsidios para todos), o quizás algún puesto adicional de ñoqui en alguna repartición apropiada.

Hasta ahora dejé mis comentarios con un seudónimo cualquiera en Raulisman, su blog de título gracioso (el quía se llama Raúl Isman). No sé si se molesta en leerlos, o cuánta molestia o curiosidad le pueden llegar a causar. Por ahí me encuentra ahora en mi blog. Me tiene sin cuidado.

Lo que sigue es el comentario medio caótico acerca de una sarta de pavadas que escribió sobre Blumberg. Ya que estamos, una observación: nadie dice nada demasiado interesante sobre Blumberg. Algunos lo defienden, otros lo atacan, pero ningún argumento me resulta muy estimulante. Por favor, a la gente inteligente, aflojen con los lugares comunes.

Además de éste, le dejé otros comentarios a Raulisman, algunos hasta puede que sean graciosos. Lo pueden comprobar recorriendo los archivos del último mes, más o menos. Así que suerte, Raulito, tu blog y tus notas son aún más patéticos que mis comentarios.


"Qué revelador resulta el hecho de que el único ganso que se toma el trabajo de dejarte algún comentario haya elegido un nick tan revolucionario: “el clande”. Ah, delicias de las fantasías de la izquierda argentina, o latinoamericana. Clande, clandestino, como el Che, como el sub-comandante Marcos, como Manu Chao, como todos los pobres, marginales y desposeídos del planeta. Las “víctimas del sistema”, del capitalismo salvaje: los inmigrantes ilegales, los obreros de las fábricas recuperadas, los “luchadores sociales”, los compañeros caídos, los “jóvenes de los ´70 que creían en ideales y salieron a defenderlos con las armas, muriendo en combate”, mancomunados con los jóvenes de los años 2000, generosos en aguantes y escraches varios, que mueren por combustión y (dicen) por corrupción, por supuesto que contrapuestos con la espantosa y nada comprometida juventud de los frívolos y menemistas años 90. En fin, todo el santoral de íconos y lugares comunes progres, de izquierda nacional(social)(ista) y popular. Ay, por favor, qué deprimente. El intelectual de izquierda promedio es tan aburrido y previsible, su discurso tiene tan pocos matices. Su principal problema es que no puede dar cuenta del mundo que lo rodea (complejo, contradictorio, cambiante) porque sus categorías -por mucho que se esfuerce en disimularlo con jerga académica- son siempre las mismas (derecha mala, izquierda buena), simplificadas, estáticas, perimidas.

Sin embargo, tenés razón en una cosa, y sólo en una cosa. La cuestión de la inseguridad no es tan relevante, y los medios de comunicación hacen su parte. Todo lo demás es una pavada detrás de la otra. Flaco, entendelo de una vez, la derecha es una corriente de pensamiento distinta de la izquierda, nada más, no es el mal contra el bien. Así no se piensa la política en las democracias occidentales modernas, que yo sigo defendiendo como el modelo más deseable, por más que la izquierda defienda últimamente a los estados teocráticos fundamentalistas nada más que para seguir esa inexistente lucha contra “el imperialismo”. Blumberg tiene un discurso muy limitado, es cierto, pero la demanda de seguridad es atendible, entendelo de una puta vez. Basta de relacionar cualquier tema con la dictadura militar, eso no sirve para nada ni le importa a nadie. Basta de ese pensamiento conspirativo berreta, el mundo es mucho más complejo que una conspiración “imperialista” o de “derecha”. Por favor, justifiquen esa etiqueta de “intelectuales”, piensen, pero piensen en serio, anímense a pensar distinto, cambien esas estructuras, esas anteojeras tan patéticas, esa paranoia, esa ternura idiota por lo popular. Que la izquierda defienda a K es tan ingenuo como que la derecha defendiera incondicionalmente a Menem, son tan parecidos en realidad: inescrupulosos, corruptos, limitados intelectualmente, arbitrarios. Distorsionan la realidad constantemente, no respetan las instituciones democráticas, no dialogan ni conciertan políticamente sino para reducir al aliado circunstancial bajo el peso de la estructura electoralista. K viene con yapa: tiene un ejército de choque paraestatal al cual ya no sabe cómo dominar. El Estado renunció a ejercer su legítimo poder de represión, dentro de los marcos legales. Y la izquierda festeja el quebranto de las leyes, los superpoderes, los negociados de De Vido, todo en nombre de las causas “populares”. La terrible herencia del 2001 es que nunca la ley valió tan poco. Se la avasalla desde el mismo poder ejecutivo, y de ahí para abajo todo vale. Extorsiones sindicales, piqueteras, de familiares de “víctimas” de algo, de “asambleas populares”, de la iglesia, de cualquier grupo de interés que defienda su quintita. El modelo fascista corporativo a pleno, la democracia representativa parece que ya fue. Así nos va, así nos va a ir.

¿Y el “poder económico”, la fuente de todos los males, la cabeza de las “conspiraciones de la derecha procesista-menemista-noventista-manodurista? Joya, se cagan de risa, si se saben acomodar la pasan mejor que con Menem, con el dólar a 3 mangos y el euro a 4, cobran exportaciones a precio europeo y pagan salarios chinos. Y se juntan en Nordelta con los sindicalistas y otros “luchadores populares” a repartirse los pingües negocios devidistas. Ese es en esencia el bienamado modelo K, “industrialista, nacional y popular”, una fantasía del pasado que fracasó estrepitosamente, una alucinación que la izquierda compró a paquete cerrado, y al pingüino almacenero le salió baratísimo, apenas un museo que no existe y hacer subir a un general al banquito para que baje un cuadro. No se les cae una idea, ni a K ni a la izquierda. No saben cómo funciona el mundo, nos aislamos cada vez más, nos dejamos arrastrar al suicidio por el espantapájaros de Chávez. Qué bobitos que son. Aprendan de una vez.

1 comentario:

Niño Barroco dijo...

goshtó...
decididamente es una interpretación muy acertada o con la que puedo ponerme de acuerdo fácilmente...