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lunes, 8 de octubre de 2007

Rosa, rosae, rosam

La noticia que inspira este post es una novedad que, como tantas otras actualmente, sabe mezclar en dosis irresistibles el marketing y la filantropía, piedras fundamentales de la cultura capitalista anglosajona. Se trata de una nueva camiseta del muy tradicional equipo inglés del Everton, provista por la marca Umbro, que para esta especial ocasión cambiará su azul habitual por el rosa. ¿El motivo? Publicitar una campaña contra el cáncer de mama. Muy loable, por cierto, aunque con ciertas implicancias quizás impensadas.

Si bien la Football Association ha debido ocuparse y regular el número de modelos de camisetas que un equipo está autorizado a comercializar, el cual no puede exceder los tres (incluyendo aquellos especialmente destinados a las competencias internacionales), en este caso es muy probable que acceda a autorizar una excepción. La buena reacción del público frente a esta iniciativa y los altos niveles de ventas potenciales previas a las fiestas de fin de año seguramente convencieron a los más reticentes. Es muy evidente que las marcas están ansiosas por apuntar más selectivamente al público femenino, un segmento de relación difícil con el mundo del fútbol, como el folklore de cada país no se cansa de testimoniar. Los modelos de casacas diseñados con cortes apropiados para que las chicas no parezcan Raulitos aún no resultan artículos demasiado solicitados, ni es muy probable que vayan a aparecer en el corto o mediano plazo en las páginas de la Vogue o en las entradas de The Sartorialist.

De todos modos, puede ser que muchos tradicionalistas del fútbol vean a las camisetas rosas con algo de desconfianza, más aún si le agregamos un toque de machismo u homofobia. ¿Cuántos serían capaces de pasearse por las calles de Soldati con una llamativa casaca rosa con vivos negros del Palermo siciliano, reciente animador de la pelea por los primeros puestos de la Serie A del calcio? ¿Cuántos irían a jugar el torneo de fútbol 5 en la canchita debajo de la autopista enfundados en la nueva camiseta alternativa del Espanyol de Barcelona, o la del Sevilla? ¿Cuántos integrantes de las innumerables legiones de hinchas de Boca Juniors saben que hace muchos años, allá en los principios del siglo pasado, el club de sus amores supo disputar fieras batallas deportivas luciendo orgullosamente el color rosado? ¿Por qué será que el primer equipo del Racing Club debió sufrir el escarnio propinado por las crueles hinchadas rivales, motivado por el uso de una camiseta con cuadros celestes y rosa salmón, pieza conmemorativa de una de las primeras casacas usadas por la centenaria institución?

Estos rudos homínidos deberían aprender algo más de historia. Durante los años que coincidieron con la creación de muchos de los clubes más conocidos del presente –tanto en Europa como en América- el rosa fue un color que solía repetirse en las camisetas de los clubes, ya fuera en soledad o combinado con otros en bastones, cuadros o mitades. La asociación más decidida del rosa con la femineidad, y consecuentemente, con la falta de coraje en la disputa deportiva, fue el motivo principal de la caída en desgracia de este color, tendencia que se dio recién llegando a la década de 1910.

Como es evidente entonces, los colores y diseños de las camisetas de fútbol no han sido siempre los mismos, y desde los comienzos de la historia del fútbol moderno muchos han sido los factores que han influido a favor de una u otra tendencia. Estos factores también han sido de diversa índole, a veces relacionados con cuestiones reglamentarias del juego mismo, en otras ocasiones motivados por vaivenes sociales y económicos. De todas aquellas tendencias es posible encontrar rastros en la actualidad, sin embargo, y a pesar de que no muchos de los que compran, usan o coleccionan camisetas de fútbol saben por qué, por ejemplo, el Real Madrid hace del blanco su emblema, por qué el Celtic y el Sporting de Lisboa usan rayas horizontales verdes y blancas, cómo es que el Aston Villa y el West Ham comparten esa extraña combinación de granate y celeste, o por qué ciertos colores suele repetirse hasta el hartazgo, la respuesta a estos pequeños enigmas se vincula casi siempre a aquellos rastros.

Más allá de las camisetas rosas entonces –que Arte y Sport defiende fervientemente-, en algún otro post aprovecharemos para revisar un poco la evolución histórica general de los diseños, lo cual nos permitirá conocer información insospechadamente interesante.

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