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martes, 16 de octubre de 2007

No sé qué ponerme. Orígenes de la camiseta de fútbol

Todos nos hemos acostumbrado desde hace ya varios años a que las camisetas de fútbol son un objeto de consumo más. Y uno muy deseado, por cierto. Tanto los gigantes de la industria deportiva como así también las marcas más chicas invierten millones de dólares en el diseño, producción y comercialización de una gama cada vez más amplia de productos derivados de los clubes de fútbol, dentro de la cual la estrella indiscutida es la réplica de la camiseta oficial.

También es evidente que, más allá de las diferencias culturales entre países y de las particularidades de cada cultura futbolera, nos hemos convertido en consumidores cada vez más exigentes y selectivos. Cada lanzamiento, cada novedad, cada innovación en un modelo determinado de camiseta genera reacciones diversas de cada vez más personas. Los equipos más famosos del mundo hacen de su camiseta el emblema principal de su “marca”, y esos mismos emblemas, desparramados por todo el planeta mediante la eficiente tecnología de las comunicaciones actuales, se han convertido en una de las razones principales que explican que en este globalizado siglo XXI, por ejemplo, un grupo de hinchas malayos funde una filial del Bayern de Munich o que la cantidad de espectadores televisivos del fútbol argentino sea mayor en China que en la Argentina misma.

Sin embargo, aunque es evidente que nos hemos refinado como consumidores, no todos solemos prestarle la misma atención a la infinidad de detalles que podrían considerarse si tratáramos de sistematizar o generalizar lo que observamos en las canchas de todo el mundo. Si todavía fuéramos capaces de encontrar a una persona que en su vida haya visto un partido de fútbol y la obligáramos a ser espectadora de la totalidad de las transmisiones, noticieros y programas futboleros de un fin de semana cualquiera, antes de que su cerebro se derritiera podría llegar a preguntarnos: “¿Por qué el Palermo es el único equipo de camiseta rosa? ¿Por qué el Celtic y el Sporting de Lisboa son de los poquísimos que usan rayas horizontales como en el rugby, en ambos casos verdes y blancas? ¿Por qué el Aston Villa y el West Ham usan los dos esos colores raros? ¿Por qué en Brasil hay tantas camisetas tricolores, y en España tantas de bastones azules y blancos? ¿Por qué se usan tan pocos colores, cómo es que los diseños se repiten tanto en todo el mundo?”. Bueno, para todo hay una explicación. Y como casi siempre, para encontrar esa explicación hay que hacer un poco de historia.

Investigar sobre la historia de las camisetas de fútbol es casi lo mismo que hacerlo sobre el fútbol mismo, por eso es que hay que ir a los orígenes, y eso queda en las Islas Británicas. Debemos retrotraernos a la década de 1870 para tener noticias de las primeras camisetas. Por aquellos años, el fútbol era todavía un deporte embrionario, de reglas no del todo establecidas, jugado mayormente por deportistas de clase media y media-alta. Los jugadores debían aportar su propio uniforme, y los colores solían ser los que distinguían a la entidad que representaba el equipo: clubes deportivos, clubes universitarios o clubes de viejos alumnos de public schools, que –paradójicamente- allá les dicen así a los privados y exclusivos. Ni más ni menos que los clubes de los Old Boys, como aquí existieron los de un tal Newell, que fundaron el suyo propio. Esta es la época de los colores extravagantes: el amarillo, el rosa, el granate, el salmón podían combinarse entre sí o con el negro, el azul, el rojo y el blanco. Lo cual no impedía que muchos jugadores pudieran preferir directamente el blanco, por ser una tela mucho más fácil de conseguir.

Y la evolución comienza. El primer partido internacional entre Escocia e Inglaterra se jugó en 1872, y el equipo del Queen´s Park aportó los once jugadores del combinado escocés. Su uniforme ya era conocido en su país: camiseta azul marino, pantalón blanco, medias rojas. Tan popular resultó esta combinación que fue adoptada finalmente por el seleccionado mismo, además de por otros varios clubes. Paralelamente, fue durante este período que empezó a despertarse el interés de la clase trabajadora por el fútbol, especialmente en las zonas industriales de Escocia. Los obreros más pobres solían ser católicos venidos de Irlanda, y gustaban de usar el blanco y el verde de su país para distinguirse. Como ya habrán adivinado, esta oposición de colores en Escocia entre el azul, blanco y rojo de los protestantes pudientes y el verde y blanco de los católicos proletarios ha perdurado en la rivalidad entre el Rangers y el Celtic, tan bien documentada en un post anterior de La Redó. El Queen´s Park cambió a su modelo actual de rayas horizontales blancas y negras en 1873.

Con la popularización del fútbol a partir de la década de 1880 se hizo evidente que los diseños debían cambiar. Los muchachos de las fábricas no estaban en condiciones de comprarse camisetas de colores complicados, relacionados con instituciones a las que no pertenecían. Así fue que las combinaciones se simplificaron y los colores primarios se extendieron. Esta tendencia tenía también motivos reglamentarios. En años anteriores, la ley del off-side era similar tanto para el fútbol rugby como para el fútbol asociación, lo cual obligaba a todos los jugadores de un equipo a ubicarse por detrás de la línea de la pelota. De este modo no resultaba tan importante poder diferenciar la camiseta de un equipo de la del otro, ambos bandos eran distinguibles posicionalmente. Fue también el Quuen´s Park el que favoreció la relajación de la ley del off-side en el fútbol, permitiendo los pases hacia adelante. Frente a esta nueva situación, no sólo los jugadores debían usar un atuendo claramente diferente del de sus adversarios para su propia comodidad, sino también para la del cada vez más numeroso público asistente a los partidos.

El año 1885 fue el del establecimiento del fútbol profesional en Inglaterra, mientras que en 1888 se crea la primera Liga inglesa. Esto motivó un éxodo importante de jugadores escoceses hacia el sur, tendencia que se mantuvo en las décadas siguientes, debilitando notoriamente a los otrora poderosos equipos de Escocia. Con el profesionalismo, las últimas tendencias en el diseño se consolidaron. Si bien los gastos de equipamiento estaban a cargo del club, ningún tesorero deseaba mostrarse demasiado dispendioso. Aunque en un primer momento la Liga obligaba a los clubes a registrar sus colores y diseños para evitar las repeticiones, la norma debió relajarse a medida que se incorporaban más equipos y se establecían las categorías del ascenso. Hacia fines del siglo XIX casi todos los equipos usaban los uniformes más bien sencillos que podemos reconocer en la actualidad.

Es recién a partir del 1900 que los pantalones y medias comienzan a considerarse parte del uniforme. Hasta ese momento, no importaba demasiado que jugadores de un mismo equipo usaran pantalones y medias distintos. Los primeros eran invariablemente negros, blancos o grises. Las segundas podían ser también azules o rojas, pero siempre oscuras. Las medias de colores claros comenzaron a aparecer recién a mediados del siglo XX. Tampoco era habitual que un equipo tuviera el uniforme completo del mismo color. En cambio, en estos años aumentó la popularidad de los diseños a rayas, notoriamente más finitas que en la actualidad. En este aspecto se dio otra diferencia entre las tendencias en Inglaterra y en Escocia. En el primer caso, la mayoría de los futbolistas optaron por usar camisetas con bastones verticales, ya que buscaban un efecto óptico de estilización y agilidad, opuesto a las rayas horizontales del rugby que dan la impresión de mayor corpulencia. No fue así en Escocia, en donde muchos equipos prefirieron conservar los diseños similares al del rugby.

Por último, desde el comienzo mismo de la historia fue muy notoria la variedad en cuanto a los cuellos. Podían ser tipo polo o camisa, con o sin botones, más tarde también con cordones. Los cuellos redondos fueron siempre un clásico, y desde principios del siglo XX se comenzó a difundir el cuello en V. Por aquellos años, era posible encontrar incluso a jugadores usando una sencilla corbata lazo, si la camiseta tenía cuello. Las camisas con línea completa de botones aparecieron algo más tarde. Y en cuanto a los colores, hacia 1910 se terminó de consumar la caída en desgracia del rosa como color presente en el fútbol (no así en el rugby, como se puede apreciar en el equipo del Stade Français). Lo cual no impidió que aquí también Boca Jrs. o el Racing Club llegaran a utilizar camisetas que incluían el rosa en su diseño.

Esta es entonces la breve historia de las primeras tendencias en diseño de camisetas de fútbol, las cuales se dieron inicialmente en el Reino Unido para ser luego trasladadas con la fundación de clubes de fútbol por toda Europa y Sudamérica. A partir de entonces, cada país supo iniciar su propia historia y sus propias tendencias, haciendo a la cuestión aún más compleja y apasionante (para la tribuna: como el fútbol mismo).


FOTOS:

1. Primer partido internacional de la historia, Escocia 0 vs. Inglaterra 0, año 1872.
2. Dibujos de ese mismo partido.
3. Camiseta del seleccionado inglés, probablemente de los últimos años del siglo XIX.
4. Equipo del Queen´s Park FC de Glasgow, Escocia, año 1873.
5. Otro match entre Inglaterra y Escocia, año 1877.
6. Equipo del West Bromwich Albion, año 1892.
7. Equipo del Aston Villa, año 1897.


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