Todos aquellos que tengan la edad suficiente podrán recordar que a fines de los años 70 y principios de los 80 era muy difícil que las camisetas de fútbol que se les regalaba a los chicos fueran de alguna marca en especial. A lo sumo, en alguna que otra casa de deportes alguien podría encontrar alguna camiseta Depor Hit de River o Boca, o alguna Sportlandia de Racing, todas ellas sin ninguna clase de escudo o elemento que pudiera acercarla vagamente al futuro concepto de "réplica oficial". Esas marcas no les pagaban ningún royalty a los clubes, aún cuando podía suceder -casi accidentalmente en alguna temporada- que la camiseta de Racing marca Sportlandia para el nene fuera similar a la que usaba el equipo de primera división. De todos modos, en caso de ser necesario, esa misma camiseta era fácilmente transformable en una de Argentina con el simple trámite de que mamá le cosiera en casa un escudo de la AFA.
Sin embargo, hubo un jugador que vino a modificar los esquemas y a anticipar muchas de las estrategias de marketing habituales en la actualidad. Estamos hablando de Ubaldo Matildo Fillol, quizás el mejor arquero argentino de la historia.
Su popularidad luego del campeonato mundial de 1978 era notable, y no sólo entre los hinchas de River, club en donde descollaba en aquellos años. Para todos los chicos que fantaseaban con ser arqueros (y para los que no, también) el Pato era un héroe. El mejor arquero del mundo, el que le atajó el penal a Deyna, el que volaba de palo a palo, el que ganaba todos los mano a mano, el que daba consejos para atajar en la página de los chicos de la revista de Clarín, el que defendería por siempre el arco del seleccionado campeón. Y el que tenía ese buzo. Verde o azul oscuro en invierno, celeste en verano. Muy lindo, muy canchero.
Ese buzo era de la marca Olimpia, la que vestía a los equipos de River Plate en aquel período, hasta 1982 aproximadamente. Pero la camiseta de River no tenía ni logo ni nada. La del Pato no era la camiseta del arquero de River, era la camiseta del Pato. Tenía ese círculo, a veces en el centro del pecho, a veces más chico a un costado. Dentro del círculo estaban estampados el nombre de la marca con la tipografía que la caracterizaba, la palabra "autografiado", y la firma del mismísimo Pato.
Ese buzo del Pato Fillol se vendía en las casas de deporte. Y como se lo vi puesto a un amigo en un partido de algún cumpleaños, yo también se lo pedí a mis viejos -como no podía ser de otra manera-. Y ellos me lo regalaron. Y me encantaba. Y no me importaba no ser de River. Y me gustaba atajar, pero no era mi posición preferida. Qué buena que estaba ese buzo. ¿Dónde habrá ido a parar?
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lunes, 12 de noviembre de 2007
Arquero adelantado
Publicadas por Arte y Sport a las 8:42 p. m.
Etiquetas: camisetas, Olimpia, Pato Fillol
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